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miércoles, 27 de junio de 2012



Equipo de Finales!!


Cesc y Casillas festejan el pase a la final. | Reuters


  • España derrota a Portugal en los penaltis y llega a su tercera final consecutiva

Los penaltis apretaron el corazón de España, una selección de leyenda, que jugará el domingo en Kiev su tercera final en cuatro años. Los penaltis, como en 2008 ante Italia, hicieron justicia de nuevo con La Roja, merecedora del triunfo en una prórroga apasionante. Allí, sobre la hierba del Donbass Arena, desperdició un puñado de ocasiones postreras, facilitadas por la profundidad de Pedro, Iniesta y Jordi Alba, los únicos capaces de sobrepasar la tela de araña de Portugal, un rival a la altura del escenario, pese a la mala puntería de Cristiano Ronaldo. Y en los 11 metros, de nuevo Fábregas, como aquella vez ante Buffon, se erigió como héroe. Porque sí, cuando ese último penalti tocó el palo y fue para dentro, todo el país fue de nuevo puro delirio por la campeona. [Narración y estadísticas]
La carambola fue un justo final a una noche infartante en Donetsk, donde también se alzaron Ramos y Casillas. Un penalti de cuchara del central, desafiando a todas sus maldiciones previas y la cita de Iker con el altar, nublaron la vista a los portugueses, donde erraron Moutinho y Alves. Cristiano, que se había reservado para el lanzamiento definitivo, se quedó sin tocar el balón, testigo helado del éxtasis vecino. Otro golpe bajo para sus legítimas aspiraciones de ocupar el trono mundial. Otro verano entero para recordar esa ocasión del minuto 89, en su predilecto contraataque, solo ante Casillas, que ni siquiera debió poner un triste guante.
Ahí se acabó el poder lusitano, a merced de España desde entonces. Fue bravísima La Roja en la prórroga, sacando fuerzas de no se sabe dónde. Y mereció ganar allí, como hace dos veranos en Johanesburgo, aunque Iniesta no acertara esta vez con la más evidente ante Rui Patricio, en los primeros compases del alargue. El error no descompuso al equipo, ambicioso y potente como nunca hasta entonces. Sobre todo con las aceleraciones de Jordi Alba, autor de un partido solemne, arriba y abajo. Y con la refrescante aportación de Pedro, que volvió a demostrar que las bandas son muy necesarias, por mucho que errara varias veces con la puntada final.
Demasiado tormento para Portugal, dueño de la situación durante muchos minutos. Todo gracias su elevada línea de presión, una medida tan sencilla de pensar como arriesgada de poner en marcha. Pregunte si no a los franceses, que ni siquiera soñaron con algo parecido. En la zapa se aplicó como nadie Meireles, recordando sus mejores noches en la Champions. Moutinho, el más adelantado, incluso osaba a acompañar a Hugo Almeida en el estorbo de los centrales. No era tarea sencilla salir de tantas emboscadas, pero España se aplicó con la misma tranquilidad de siempre.
Una labor de desgaste, con pocas excepciones a la norma. Si hubo algo parecido al duende, quedó en las botas de Iniesta, el primero en traspasar las barreras hacia el área. Su llegada por la izquierda, con la ayuda de Jordi Alba, fue prolongada por un pase atrás enviado al limbo por Arbeloa, el menos apto para el remate. Primer sofoco para Rui Patricio, que pese a todo no metió un triste guante antes del descanso. La noche de Donetsk pedía paciencia y buenos alimentos.
También para Cristiano, que se hizo esperar casi un cuarto de hora, cuando desafió por pura pontencia a Piqué en la banda izquierda. El propósito de las 'quinas' se limitaba a entorpecer el paso, así que los desos de su astro pasaban a segundo término. Apenas recibió balones y alguna vez se desmayó de más ante Arbeloa o Ramos. De su habitual repertorio de aceleraciones, apenas un disparo desde la frontal, a centímetros del palo izquierdo de Iker.
Bajo las mismas normas se manejó el segundo acto, con la leve modificación intruducida por Cristiano, ahora más pendiente de buscar las cosquillas de Jordi Alba o Ramos, ya con amarilla. Poderoso de nuevo Portugal, anulando incluso la primera opción a Casillas, a quien no quedó otra los pelotazos. Y en ese juego aéreo, pocos como Alves o Pepe, ganadores por lo civil o lo criminal. Negredo, harto de tanto golpe, cedió pronto su sitio a Fábregas. Vuelta al dibujo que más parece convencer a Del Bosque, que buscó profundidad con Navas por la derecha.
No la encontraba España, ni de lejos, minimizada por el tridente Moutinho-Veloso-Meireles. responsables del mejor rato lusitano. Un par de acercamientos de Hugo Almeida después, fue el propio Cristiano quien asumió los galones, con tres libres directos sin el triste consuelo de los palos. El vigor físico inclinaba la balanza hacia donde más le convenía a Bento. No debió lamentar el técnico portugués sino un tirito de Xavi a las manos de su portero. Parecía en la mano de Portugal, que aún tuvo ese zurdazo postrero de Cristiano, a la tribuna del Donbass Arena. Por allí se perdieron sus sueños, en esa misma portería donde ni siquiera tuvo opción de lanzar el penalti que llevaba a la gloria.

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